Una de las creencias fundamentales del adventismo es tener claro cuál es nuestro origen como seres humanos. Diversas teorías de los siglos XVIII y IXX se opusieron a que somos una creación divina y postularon que venimos de un antecesor común y mediante la selección natural evolucionamos en lo que somos ¿Estarán en los cierto?
Solo hay un camino para creer en la teoría de la creación, y es creer en la Biblia y en que existe un Dios, un Ser Supremo. Si no es así, muy difícil que creamos algo fuera de la evolución.
Los Bereanos, para recibir el Sábado, decidieron estudiar acerca de una de las creencias fundamentales más controversiales, la naturaleza del hombre. Para obtener luz sobre este tema recurrieron a Hechos 17.26 al 28: «Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos».
Este texto nos deja claro este extenso tema. Creación suya somos, con un propósito en este mundo. No por casualidad, magia o una explosión, sino que conscientemente por nuestro Creador. Si bien, con los años de pecado nuestra naturaleza mutó a ser una que ama lo malo y aborrece lo bueno, eso no nos quita el ser criaturas creadas a la imagen y semejanza de Dios.
Los Bereanos también dedicaron un tiempo para estudiar el libro ‘Todo miembro involucrado’, el capítulo que trata acerca de la responsabilidad ante el mundo que tenemos los creyentes en Dios. La misión es una, involucrarse y acercar la Buena Nueva de salvación a otros.