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Conflicto de los Siglos | Capítulo 30: El origen del mal y del dolor

6 septiembre, 2020
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Este capítulo nos presenta el origen del pecado, un tema que ha causado grandes dudas y perplejidad a través de la historia, ya que, la obra del mal y sus resultados de terrible caos y dolor, han llevado a la humanidad a preguntarse: ¿Cómo puede ocurrir esto bajo la soberanía de quien se define como un Dios de amor?. Ellen de White declara que: ‘’es imposible explicar el origen del pecado y dar razón de su existencia’’, ya que, ‘’excusarle equivaldría a defenderlo, por lo que dejaría de ser pecado’’. Aunque el pecado es un intruso, podemos comprender que se originó debido a la transgresión de la ley, es decir, el pecado es la ‘’manifestación exterior de un principio en pugna con la gran ley de amor que es el fundamento del gobierno divino’’.

Antes de la aparición del pecado había paz, libertad y plena felicidad en todo el universo, puesto que la ley de amor era el fundamento del gobierno de Dios, el gozo de los seres creados dependía de su perfecta armonía con los principios del amor y la justicia, los cuales estaban escritos en su corazón. Esto fue así, hasta que un ángel exaltado por encima de los demás, sintió el deseo de ser como Dios, la palabra de Dios nos relata que: ‘’era perfecto en sus caminos desde el día en que fue creado, hasta que la iniquidad fue hallada en él’’ Ezequiel 28:15. El amor y la exaltación de sí mismo, despertaron en su interior el mal, la ambición desmedida, la envidia, el engaño y la traición. White nos dice que ‘’el mismo Lucifer no veía en un principio hasta dónde le llevaría este espíritu; no comprendía la verdadera naturaleza de sus sentimientos’’.

Debido a este hecho, el Hijo de Dios intentó demostrar la grandeza, la bondad y la justicia del Creador, y la naturaleza inmutable de su ley, pero la amonestación dada con un espíritu de amor, solo despertó en Satanás mayor resistencia y rebelión. Lucifer se dejó dominar por el pecado y prevalecieron sus celos y rivalidad con Cristo, muy pronto salió a difundir ese espíritu entre los demás ángeles, encubriendo sus verdaderos fines.

Cuando se demostró que su descontento no tenía motivos, y Lucifer se convenció de que estaba equivocado, no fue capaz de reconocerlo ante el cielo, y ya que su orgullo le impidió someterse, se entregó al gran conflicto con su Creador. Desde entonces dedicó el poder de sus elevadas facultades mentales a la tarea de engañar, decía a los ángeles que la ley de Dios quería coartar la libertad, comenzó a atribuir a la ley y al gobierno de Dios, la discordia que su propia conducta había introducido en el cielo. Aquello que era sencillo lo hacía misterioso, e inducía a las dudas respecto a las declaraciones de Dios.

Muchas personas se han preguntado: ¿por qué Dios no destruyó a Satanás de inmediato?, ¿acaso no previó que esto sucedería?; pero el Señor en su sabiduría permitió que Satanás prosiguiese su obra hasta que se demostrara la verdadera naturaleza de sus intenciones, puesto que, si Dios hubiera destruido a Satanás en ese momento, los demás seres no lo hubiesen comprendido y su adoración estaría fundada en el miedo. Sin embargo, solo un servicio de amor puede ser aceptable a Dios, la adoración de sus criaturas debe proceder de una convicción de su justicia y benevolencia, y puesto que el gobierno de Dios no incluía sólo a los habitantes del cielo, sino también a los de todos los mundos que él había creado, ‘’para bien del universo entero a través de las edades sin fin, era preciso dejar que el mal llegase a su madurez, y que Satanás desarrollarse más completamente sus principios’’.

Satanás y su hueste culpaban a Cristo de su rebelión, mentían con descaro declarando que si no hubiesen sido reprimidos, no se habrían rebelado. En su arrogancia y deslealtad, trastornaron el gobierno de Dios, y decían ser víctimas inocentes de un poder opresivo. Así el pecado surgió en el corazón de un ángel, y se fue expandiendo hasta que por medio de Adán y Eva la humanidad completa cayó, y el mismo espíritu que fomentaba la rebelión en el cielo continúa haciéndolo en la tierra. Este espíritu impera ahora en la humanidad caída, ya que por naturaleza estamos enemistados con Dios, muchos llegan a considerar que rompiendo sin freno la ley de Dios podrán ser plenamente libres, sin percatarse de que así solo se someten a una servidumbre y degradación cada vez mayor.

Satanás mediante engaños muestra a Dios con un carácter severo y tiránico, declarando que ejerce restricciones injustas. Sin embargo, el verdadero carácter de Dios se manifiesta en el sacrificio expiatorio de Cristo. Cuando Jesús estuvo en la tierra, Satanás impulsó al mundo a rechazar a Cristo, empleó toda su astucia para matar a Jesús, ’’pues vio que la misericordia y el amor del Salvador, su compasión y su tierna piedad estaban representando ante el mundo el carácter de Dios’’.

Satanás acusaba a Dios de buscar tan solo su propia exaltación, ‘’declaraba que mientras el Creador exigía que todos se negasen a sí mismos, él mismo no practicaba la abnegación ni hacía sacrificio alguno’’. Sin embargo con el sacrificio de Cristo, se vio claramente que para salvar a la raza caída, el Creador del Universo se convertiría en el Salvador de la humanidad, haciendo el mayor sacrificio de amor que se pudiera imaginar: dar su propia vida.

Según nos afirma White: ‘’Lucifer había declarado que si la ley de Dios era inmutable, todo transgresor debía ser excluido para siempre de la gracia del Creador. Él sostenía que la raza pecaminosa se encontraba fuera del alcance de la redención y era presa legítima suya. Pero la muerte de Cristo fue un argumento irrefutable en favor del hombre. La penalidad de la ley caía sobre él que era igual a Dios, y el hombre quedaba libre de aceptar la justicia de Dios y de triunfar del poder de Satanás mediante una vida de arrepentimiento’’ Así se rectifica que Dios es justo, y al mismo tiempo que justifica a todos los que creen en Jesús.

Además, cuando Cristo estuvo en la tierra vino a engrandecer la ley y demostrar su honor. La muerte sacrificial de Cristo nos proclama el carácter inmutable de la ley, y el aborrecimiento de Dios hacia la maldad. En la ejecución del juicio final, se justificará la verdadera naturaleza de Dios y la humanidad volverá a tener en sus corazones su ley de amor. La maldad no se volverá a levantar, y ‘’la ley que Satanás vituperó como yugo de servidumbre, será honrada como ley de libertad’’.

Te invito a leer el capítulo completo, para una mejor comprensión del tema.

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