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Capítulo 42 | Conflicto de los Siglos: La desolación de la Tierra

20 febrero, 2021
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Este capítulo relata el triste destino de quienes durante toda su vida se resistieron a la influencia santificadora del Espíritu Santo, y por lo tanto se sumieron en el mal, la discordia, el odio y la iniquidad, hasta que la tierra se convirtió en un vasto campo de luchas. Las consecuencias de aferrarse a un corazón pecaminoso dejaron a aquellas personas definitivamente apartadas del amor de Dios por su propia elección. Aquellos rindieron sus vidas a las riquezas y los placeres inmorales de este mundo, White dice que ‘’el resultado es que sus vidas terminan en fracaso; sus placeres cambian ahora en amargura y sus tesoros en corrupción’’.

Cada pensamiento y emoción pecaminosa del alma y cada palabra mal intencionada hacia los demás fue una siembra, y en la segunda venida de Cristo las almas contemplan con dolor la cosecha de sus actos malvados. El gran conflicto entre Cristo y Satanás prosiguió después de la muerte de Cristo por más de dos mil años. Dios, sus mensajeros celestiales y los creyentes hicieron todos los esfuerzos posibles y lucharon contra el poder del maligno para iluminar y salvar a la humanidad mediante el poder que solo el amor de Dios puede proporcionar. Sin embargo, muchos prosiguieron en la maldad, por lo que ahora “Jehová sale de su lugar para castigar a los habitantes de la tierra por su iniquidad; la tierra también descubrirá sus homicidios, y no encubrirá más sus muertos” Isaías 26:21

Con el resplandor de la segunda venida de Cristo los impíos serán borrados de la tierra. Para Dios es penoso realizar este acto, sin embargo en las ciudades celestiales el pecado no tiene lugar, y ya que el pecado vive en el corazón humano la única manera de acabar con este, es por medio del Juicio justo de Dios. Debido a la decadencia moral de la humanidad en los últimos tiempos, toda la tierra tiene el aspecto desolado de un desierto, tristemente se divisan las ruinas de grandes y poderosas ciudades que gozaron de lujos y riquezas, albergando todo tipo de pecados y viviendo en rebelión contra Dios.

Durante los mil años que transcurrirán posterior a la segunda venida de Cristo (entre la primera resurrección y la segunda) se verificará el juicio de los impíos. Como relata el Apóstol Juan en el libro de Apocalipsis, los justos juzgarán al mundo y lo que los malos tienen que sufrir es medido según sus obras las cuales quedan anotadas frente a sus nombres en el libro de la muerte. “Vi tronos, y se sentaron sobre ellos, y les fue dado juicio”. “Serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” Apocalipsis 20:4, 6

Paralelamente al juicio realizado por los santos durante el milenio, Satanás se encuentra  desterrado en la tierra, en un estado caótico y de desolación sin nadie a quien tentar. Satanás andará errante de un lado a otro en la tierra sin vida, considerando los resultados de su rebelión contra la ley de Dios. Ellen de White relata que: ‘’Desde su caída, su vida de actividad continua sofocó en él la reflexión; pero ahora, despojado de su poder, no puede menos que contemplar el papel que desempeñó desde que se rebeló por primera vez contra el gobierno del cielo, mientras que, tembloroso y aterrorizado, espera el terrible porvenir en que habrá de expiar todo el mal que ha hecho y ser castigado por los pecados que cometió’’

Al fin de los mil años vendrá la segunda resurrección (la resurrección para condenación); entonces los impíos serán resucitados y comparecerán ante Dios para la ejecución del “juicio decretado’’. Su penoso destino de destrucción está sellado, ya no hay oportunidad de arrepentimiento ni de perdón de sus pecados, la puerta de gracia se ha cerrado definitivamente puesto que el mal infligido por los pecadores ha superado todos los límites imaginables.

Dios espera que todos procedamos al arrepentimiento y obtengamos la salvación gratuitamente, como dijo Juan: ‘’no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él’’ Juan 3:17. Mientras estemos con vida, aún hay esperanza de salvación para cada integrante de la humanidad. Dios realizará un juicio justo y ninguno será juzgado sin haber tenido incontables oportunidades para elegir el camino del amor y la rectitud. Es por esta razón que una de las máximas del cristianismo es la predicación del evangelio, desde la caída de Adán y Eva parecía que el triste destino de perdición de la humanidad estaba sellado, sin embargo, Dios envió a su hijo para redimirnos de nuestros pecados y así volver a estar unidos al dador de la vida. Esta es la hermosa promesa del evangelio, hazla tuya y compártela con el mundo.

Te invito a leer el capítulo completo junto con la Biblia para una mejor comprensión del tema.

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