Este capítulo enfatiza, como menciona el título del libro, el conflicto entre el bien y el mal, la lucha que enfrentamos cada día aunque muchas veces pareciera que no la percibimos. ¿Qué ocurrió con la naturaleza del ser humano luego del pecado? Cuando hablamos de naturaleza nos estamos refiriendo a deseos, prioridades, inclinaciones y qué es lo que nos da más alegría y satisfacción. Entonces ¿Cómo es nuestra naturaleza actualmente y qué repercusiones tiene en nuestras relaciones, felicidad y salvación? A continuación analizaremos cómo se desarrolla este conflicto en cada persona y qué decisiones podemos optar para ganar la victoria con Cristo.
Desde el inicio del pecado de la humanidad, es decir, desde que decidió desconfiar en Dios y apoyar su confianza en las palabras de Satanás, rechazando el amor de su Creador, el ser humano estaba decidiendo establecer una unión con el enemigo. Es por esta razón que Dios intervino: 1) En proporcionar la promesa sustituto para que así la humanidad no sufriera las consecuencias eternas del pecado y así tuviera nuevamente libertad plena. 2) Estableciendo una barrera en la relación entre el ser humano y Satanás.
«Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón.» (Génesis 3:15).
Esta declaración le dio una vía de escape al ser humano, permitió que la humanidad completa no esté obligada a tener una alianza con el Satanás y sus ángeles y así dar paso a que el Espíritu Santo hable a nuestra conciencia. Esta promesa, junto con la promesa del Salvador, es una evidencia del amor por Dios para con nosotros para así evitar ser parte del espíritu y frutos del enemigo. La humanidad, siendo el amor profundo de Dios produjo en Satanás un profundo odio por cada persona, pues destruyendo a la humanidad le ocasionaría a Dios un profundo dolor. Este conflicto se evidenció muchísimo más durante el ministerio de Cristo en la tierra, donde el enemigo influenció con mucho poder a la humanidad para impedir que Cristo mostrará las virtudes del cielo. La vida pura de Jesús, sin pecado y lleno de amor, fue una reprensión contra el orgullo. Recordemos todas las escenas en que las personas se ofendieron por las palabras de Jesús, no porque las palabras de Jesús hayan sido ofensivas sino que sentían que su prioridades, deseos y placeres eran desplazados por la enseñanza del humilde Maestro. Es a través de la vida de Jesús que vemos cuán profundamente son los ataques del enemigo, cuán insistente son las tentaciones pero sobre todo vemos cuán grande es la victoria que tuvo Jesús ante cada ataque del enemigo. Nuestro Salvador amó la justicia y amor de su Padre. La autora de este libro nos menciona que esta victoria también está disponible para nosotros: «Cualquiera que aborrezca el pecado en vez de amarlo, que resista y venza las pasiones que hayan reinado en su corazón, prueba que en él obra un principio que viene enteramente de lo alto.»
¿Por qué Satanás encuentra tan poca resistencia para enfrentar las tentaciones?
Tenemos muy escasa comunión verdadera con Cristo. Sin la influencia y presencia activa de Dios en nuestra vida no podremos ver cuán horrible es el pecado para así tomar decisiones importantes para resistirlo. De esta manera, no evidenciamos completamente el cuadro del conflicto. Vemos que pecamos y somos intermitentes entre algunas victorias y muchos fracasos, perdemos la noción de que hay quien quiere nuestra perdición y así también perdemos la noción de que hay quien quiere darnos la victoria frente a ese enemigo. Satanás conoce que no estamos alertas y por ello aprovecha cada oportunidad, espacio, situación, relación e incluso en la misma iglesia coloca su influencia. ¿Cuál es esta influencia? El espíritu de violencia, competencia, odio, rivalidad, muerte e indiferencia son frutos del espíritu del enemigo. La autora señala que incluso cristianos consideran que estas características son parte del reino de Dios.
Miremos a Cristo, miremos cada victoria que Él tuvo frente a la tentación. Aun en los momentos más desesperados pudo obtener victoria, miremos lo que Él quiere hacer en nosotros. Nadie puede ser vencido a menos que demos consentimiento. Satanás puede producir angustia, dolor, pero jamás corrompernos a menos que abramos le demos la bienvenida. Aceptar la influencia del enemigo puede destruir nuestras relaciones, nuestra alegría e incluso apartarnos de la salvación. Pero Dios demostró que somos valiosos, y así como dio su vida para nuestro rescate así también hoy todo el cielo está obrando para que resistamos al enemigo. Si hoy hemos caído, hoy Cristo nos quiere levantar. Por favor acepta su tierna invitación.