No basta con creer. No basta con saber que hay algo más allá de nuestro entendimiento. No basta con ir a la iglesia, cantar, devolver el diezmo ¿Entonces qué? ¿Quién podrá ser salvo? La respuesta la entrega Jesús, hay que ser discípulos, comprometerse con Cristo.
Se nos es imposible hablar de discipulado o discípulo sin involucrar a Jesús en esta ecuación. El ejemplo de Él es claro. Cuando Cristo parte su ministerio en la tierra llama inmediatamente a discípulos, no miembros de iglesia, seguidores que lo dejen todo y se comprometieran por Él. Aún se me hace difícil entender esa decisión… Los discípulos no eran tan educados, tenían conocimiento del Mesías, pero dudo que hayan estudiado a cabalidad las profecías. Entonces… ¿Cómo es posible que alguien en su sano juicio abandone todo por una persona que a penas conoce? Solo por Fe, un poder de convencimiento tal que posee el Espíritu Santo y un corazón deseoso de la verdad.
Esa es la decisión que como cristianos debemos tomar. Comprometernos por la causa de Cristo, porque llegará el momento en el que tendremos que decidir si Él o el mundo y si no tenemos nuestras bases firmes caeremos ante los engaños de Satanás.
El texto clave del tema que estudiaron los bereanos ariqueños ayer se ubica en 1 de Pedro 2:21 y 22: «Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca». Sumado a la elección de seguirlo, también debemos tener el deseo de los discípulos descrito en Lucas 17:5: «Señor, auméntanos la fe’, porque solos no podemos.
Jesús, al inicio de su ministerio, llamó a Andrés, Juan, Pedro y Santiago, luego a Bernabé y Felipe. Hoy te llama a ti ¿Aceptarás su invitación?