Los momentos previos que marcan el inicio del tiempo de angustia están conformados por una serie de eventos celestiales; entre ellos, el fin de la predicación del mensaje del tercer ángel, el mensaje de Los Ángeles que suben desde la tierra al cielo para anunciarle a Jesús que todos los habitantes de la tierra habrían sido pasados por la prueba del juicio. Es en este instante que El Salvador (vestido como sumo sacerdote) declara: “Hecho está, consumado es”.
Al cerrarse el tiempo de la gracia se da el inicio al tiempo de angustia. Este breve periodo tiene mucha similitud con el periodo en el que el pueblo de Judá se había separado completamente de Dios. Realizaban los sacrificios como de constumbre, participaban de las fiestas religiosas, oraban a Dios, pero no se dieron cuenta que Dios ya se había retirado de ellos. Satanás tenía tanto control de ellos que rechazaron al Salvador cuando “vino a lo suyo”. Así también será en este tiempo, la gente seguirá su vida normal y no se darán cuenta de que ya no hay oportunidad de arrepentimiento.
Satanás tendrá el control completo de la tierra e intentará atacar y destruir a los justos, sin embargo, si bien Jesús ya no intercede más por su pueblo, si permanece cuidándolos y salvándolos de los problemas enemigos.
Aparecerá el mayor engaño satánico, la falsa venida de Cristo manifestado por Satanás, el anticristo llega a la tierra declarando que se debía cambiar el día de adoración del sábado al domingo como una señal de la resurrección de Cristo. Sin embargo, este es el mayor engaño que la Biblia ya profetizaba.
Caen las plagas del Apocalipsis sobre aquellos que reciben la marca de la bestia, y en el momento de mayor persecución aparece una señal en el cielo del hijo del hombre viniendo en las nubes como un guerrero con gran poder y gran gloria para salvar y darle la recompensa a sus hijos fieles y a comenzar a dar el fin al pecado. Mediante esta maravillosa promesa que se verá con mayor detención en el siguiente capítulo termina el tiempo de angustia.