«La creencia en manifestaciones espiritistas abre el campo a los espíritus seductores y a doctrinas de demonios, y de este modo se dejarán sentir en las iglesias las influencias de los ángeles malos’’ El conflicto de los siglos.
En el siglo XXI vivimos en una época catalogada frecuentemente como postmodernidad, donde una de las corrientes de pensamiento más populares es la ‘’Nueva Era’’, un movimiento espiritual que promueve una mezcla heterogénea de distintas filosofías, doctrinas e ideologías. Este movimiento surge en los años sesenta y nos muestra ‘’La revitalización del interés por la brujería, la magia y lo oculto en general’’ Doreen Valiente.
En primer lugar, este movimiento es atrayente ya que promueve ideas como lo son la crítica a: la ausencia de valores espirituales, el materialismo, las guerras, la explotación de la naturaleza, el racismo, entre otras. Además, predica valores como la paz, la unidad, la tolerancia, el respeto por los derechos, y el pacifismo. Pero, ¿En qué creencias se fundamenta la Nueva Era? Si buscamos el fundamento ideológico de este movimiento, nos encontramos con que está influido por religiones orientales, el esoterismo, el gnosticismo, la masonería, la teosofía, la astrología, el paganismo, el ocultismo, el misticismo, la telepatía, la hechicería, el relativismo, las prácticas ancestrales y comunicación con espíritus. Las prácticas comunes relacionadas con el movimiento Nueva Era son el reiki, cábala, meditación trascendental, acupuntura, sesiones con supuestos ángeles, tarot, espiritismo, adivinación, panteísmo (madre tierra Gaia).
Pero, ¿Cuál es el peligro de este movimiento?; el problema radica en la imagen de Cristo que ellos predican, al cual consideran como a un hombre mitificado. Jesucristo sería un hombre excepcional, único, iluminado, un ‘’Cristo cósmico”, una “Energía crística’’; pero al fin y al cabo solamente hombre. El cual se relaciona con otros ‘’gurús’’ igualmente excepcionales, como Buda, Mahoma, Zoroastro, etc.
Según la literatura de la Nueva Era, no existe un ser divino ‘’ahí afuera’’ un Dios personal y creador del universo, sino que se le atribuyen características divinas a la naturaleza o a la propia humanidad, en la creencia de ‘’un dios interior’’. El hecho de convertir a cada humano en un dios, ha traído serias consecuencias psicológicas, lo que produce según expertos un narcisismo espiritual. Splanger escribió que en la Nueva Era ‘’los individuos y grupos viven sus propias fantasías de aventura y poder, generalmente de forma ocultista. La característica principal de este nivel, es la adhesión a un mundo privado de satisfacción del ego y el consecuente alejamiento del mundo’’
En cambio, la vida cristiana no es un ejercicio de contemplación de sí mismo y quietud, sino una vida de fe y como nos relata Ellen de White ‘’El rendirse a sí mismo, entregando todo a la voluntad de Dios, requiere una lucha; mas para que el alma sea renovada en santidad, debe someterse antes a Dios’’ ;lo que difiere completamente del narcisismo, ya que la experiencia cristiana se centra primeramente en Dios, para luego fijar su atención en uno y en su prójimo. Además, este sometimiento a Dios no es un acto motivado por el misticismo o la irracionalidad, sino que como dice El camino a Cristo ‘’El gobierno de Dios no se funda en una sumisión ciega ni en una reglamentación irracional, como Satanás quiere hacerlo aparecer. Al contrario, apela al entendimiento y a la conciencia. “¡Venid, pues, y arguyamos juntos’’!
Las escrituras nos advierten sobre estas prácticas, que, aunque parezcan buenas, nos apartan de Dios y ponen nuestras mentes en terrenos peligrosos, por lo que debemos tener como única salvaguarda la Biblia, como advierte White: ‘’Esas personas pasan por alto el testimonio de las Escrituras con respecto a las maravillas realizadas por Satanás y sus instrumentos. Con la ayuda del enemigo los magos de Egipto pudieron falsificar la obra de Dios’’.
Si no queremos ser llevados por las corrientes de este mundo, debemos ser firmes en nuestra creencia de que solo la verdad nos hará libres, y la verdad no es un concepto sino una persona: Jesús. La verdad es el verbo que se hizo carne, la palabra misma de Dios humanizada en la persona de Cristo. Si creemos que solo por medio de Cristo hay salvación escucharemos su voz… ‘’Entonces respondiendo Jesús les dijo: erráis ignorando las escrituras y el poder de Dios’’ Mateo 22:29.