«Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo.»
1 Juan 5:11
Ha llegado el tiempo de fiestas navideñas. Para muchos, esta instancia es toda una carrera, ya sea por la compra de regalos, hallar ofertas apropiadas, preparar comida significativa o simplemente por el esfuerzo de reunir a la familia y/o amigos. No hay nada de malo en ello, si la motivación que está de fondo es el amor, compañerismo y cariño. Para algunos esta fecha pasa sin pena ni gloria, para otros es una fecha muy esperada y para otros es simplemente una fecha con mayores gastos.
Podríamos analizar cómo la cultura romana influenció al cristianismo para celebrar esta fecha o cómo otras culturas tenían celebraciones para celebrar al sol (solsticio de invierno). Sea cual sea la cultura, en esas fechas había un alto para sus actividades cotidianas y utilizaban su tiempo y recursos para celebrar algo en conjunto. Desde el punto de vista bíblico, no se encuentra la fecha exacta del nacimiento de Jesús (aunque se pueden hacer algunos cálculos) y además no hay un consejo directo sobre la celebración el nacimiento de Jesús. Con esto no queremos apuntar a suprimir a celebrar esta fiesta o a tomar represalias para quienes la celebren, pues tampoco existe una condenación para quienes recuerden el nacimiento de Jesús.
¿Has recibido un regalo?¿Cómo te sentiste? ¿Fue esperado o fue una sorpresa?
Sea cual sea el regalo, la persona que entrega el regalo entrega una parte de sí para quién lo recibe, y no únicamente dinero, también hay tiempo, emociones y decisiones invertidas en ese regalo.
¿Cuál ha sido el regalo más difícil que hayas entregado? ¡Qué clase de pregunta es esta! ¿Un regalo con esfuerzo? Y nuevamente, no quisiera enfatizar únicamente el aspecto monetario, me refiero a difícil por el tiempo invertido, por la creatividad y actividad manual desarrollada, por la paciencia y por la decisión de desprendimiento de recursos para el bienestar de la otra persona.
En Jesús tenemos el regalo más valioso que puede recibir la humanidad. Y en esto quisiera ser enfático. No es un regalo que se recibió hace miles de años y listo, pues es un regalo aún vigente y que debe ser recibido HOY.
Jesús nos regaló:
- Una vida ejemplar, algo que nos inspira a crecer a pesar de las circunstancias adversas.
- Una familia sin límites, pues todos quienes creen en Él -independiente de nacionalidad, sexo, cultura o educación- somos parte de su familia espiritual.
- Una vida nueva, pues tanto su vida, muerte y resurrección nos permiten dejar nuestra culpa y malas decisiones atrás para así vivir una vida con sentido de libertad.
- Un ideal fuera de lo común, pues Él inspira a vivir más allá de lo que nuestros ojos pueden ver, pues nos invita a ejercer fe en todo lo que realicemos. Las circunstancias de hoy no determinan tu futuro, pues para todos hay una vida nueva en Cristo Jesús.
La invitación de hoy (y cada día), es la de recibir este regalo sin culpas. Así como puedes recibir regalos hoy, mañana o algún otro día, recibe a Jesús sin restricción y sin vergüenza. Así como se puede apreciar la alegría de un niño con un regalo tan pequeño como tan costoso, te invito a disfrutar los planes que hoy y en el futuro Dios tiene para ti. La única condición para este regalo es recibirlo, pues por más que quieran regalarte un auto, una casa o lo que sea, si no estás de acuerdo de recibirlo, no podrás disfrutarlo.
« Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.»
(Juan 17:3)
¿Recibiste el regalo de Jesús hoy? ¡Que esperas!