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En las buenas y en las malas, Dios está ahí

13 diciembre, 2021
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“En cierta fábrica textil que trabaja con máquinas muy complejas, existe un aviso para los obreros, que dice: “Si sus hilos se enredan, llame al capataz”.

Un día, mientras supervisaba el trabajo, el capataz se acercó a una de las señoras maquinistas, y le dijo: “Parece que usted ha tenido problemas con los hilos, pero ha procurado arreglarlos por su cuenta, ¿verdad? ¿Por qué no me llamó según indica el aviso?” Y la mujer dijo: “Quise hacer lo mejor que podía, pero no tuve éxito”. A lo cual el capataz añadió: “Recuerde, señora, que lo mejor que usted puede hacer en estos casos es llamarme”.

Cuando se nos enredan los hilos de la vida, y todo nos parece confuso y problemático, nada mejor que recurrir al divino Capataz y Señor. Él nos dará su ayuda oportuna y sus sabias soluciones.”

(Enrique Chaij, 1500 ventanas de la vida).

Son muchas las veces en que he sufrido una extraña dolencia que se llama “memoria selectiva y despectiva hacia los milagros de Dios”. No sé si ustedes también han sufrido esta dolencia. Su principal característica es que en ciertos episodios de nuestra vida desplazamos más a Dios, dejándolo al margen de nuestras alegrías y nuestras tristezas. Y no tan solo eso, como efecto secundario produce una adicción a cosas, personas o elementos con el propósito de llenar ese espacio. Pero no es posible. Nada puede reemplazar la presencia de Dios en la vida del ser humano.

 

David, rey de Israel y autor de numerosos salmos, conocía muy bien esta dolencia. Muchas de sus canciones colocan en evidencia la experiencia de desplazar a Dios, mostrando las consecuencias en sus acciones destructivas y también en su inestabilidad emocional y espiritual, pero así también, hay salmos que manifiestan la experiencia de confiar en Dios tanto en las alegrías como en las tristezas. Uno de esos es el Salmo 23.

 

Este salmo es una declaración de confianza, seguridad e identidad. En el primer versículo “Jehová es mi pastor, nada me faltará” reconoce que Dios al ser pastor, entonces él es una oveja. Podemos tener muchos conceptos sobre lo significa ser una oveja en este contexto, lo cierto es que las ovejas no pueden hacerlo todo. Esto lo enfatiza el siguiente versículo donde se nos presenta que su Pastor (y también el nuestro) conoce donde hay verdes pastos y no sólo eso, sino que también nos lleva a esos lugares para que podamos descansar. Quedemos con esta idea. La oveja tiene necesidades, esas necesidades no pueden ser resueltas por nosotros mismos, podemos lograr encontrar algunos pastos que cubren nuestras necesidades pero sin lugar a dudas no serán los “delicados pastos” que conoce el Pastor. Lo relevante hasta ahora es que David reconoce el placer de estar con Dios, reconoce que Dios sabe perfectamente las necesidades más íntimas del ser humano y que está dispuesto a suplirlas, está dispuesto a acompañarnos para vernos saciados. Ahora bien, así como la vida no solo tiene momentos alegres, también hay situaciones que amargan nuestra vida. Existen temores. ¿Cuáles son los temores que pueden afectar al salmista y también has experimentado? La lista es larga, pero te comparto algunos temores que son muy comunes y que también los he experimentado.

 

Temor a lo desconocido: Nos gusta tener el control y por lo tanto disfrutamos conocer los detalles del porvenir. La realidad es que hay muchas cosas que desconocemos y son muchas las cosas que damos por sentado que son ciertas pero no tenemos garantía de que sea así. Por ejemplo, nuestro plan de viaje para ir al trabajo o al lugar de estudio. Damos por sentado que en nuestro viaje no habrá percances, no habrá atrasos, que gozaremos de buena salud para llegar sin atrasos a nuestro destino. Si bien esta seguridad puede ser producto de la costumbre, tanto estas actividades como aquellas que son desconocidas o cuyos resultados no alcanzamos a dimensionar, podemos confiadamente pedir a Dios su dirección, sabiduría y fortaleza para tomar una decisión (Santiago 1:5, 6).

Temor a la muerte: Las despedidas son difíciles, incluso las que esperamos. Ya sea al hablar de nuestra muerte o la de un cercano, puede ser abrumador plantearse que en algún momento tendremos las “últimas palabras” hacia o de una persona. Es necesario recordar que cada segundo de nuestra vida es otorgado por el Dador de la vida. Si bien existen situaciones catastróficas que son inexplicables al verlas desde nuestra perspectiva, podemos descansar reconociendo que el Dador de la vida tiene una mirada eterna sobre nosotros. Es por ello que, aunque dolorosa sea la despedida y el adiós, será breve en comparación a la bienvenida y la inexistente despedida que tendremos cuando Cristo venga en gloria (Apocalipsis 21:4).

Temor al fracaso: “¿Y si no lo logró?” “¿Y si no soy capaz?” Puede ser esa frase la que nos detiene a proyectarnos, a detenernos y a no avanzar. Puede ser contradictorio ¿Para qué tener planes si puedo confiar en que Dios tiene planes para mi vida? Si bien es cierto que Dios tiene planes preciosos para cada persona, también es cierto que Él mismo nos dio hermosas capacidades y facultades para pensar, razonar, investigar, preguntar, pedir, aprender y actuar. Hay veces en que el comienzo será lo más difícil, también hay veces en que mantener una acción será lo difícil, pero en todo proceso es Dios quien nos guía y ayuda, gracias a Él tenemos las capacidades para enfrentar desafíos diarios (2 Corintios 3:5).

Continuando con la historia, David expresa su actitud cuando pasa por circunstancias difíciles, cuando pasa por el “valle de sombra de muerte”: no teme. Pero esta actitud no proviene de su fuerza sino de la compañía de Dios. Es esencial hacer el siguiente alcance. En los primeros 3 versículos del capítulo, la forma de expresar la presencia y la acción de Dios queda expresada implícitamente en un “él”. ¿Quién es mi pastor? Él, Dios. ¿Quién me pastoreará? Él, Dios. Pero cuando David expresa lo que es pasar por el valle de sombra de muerte, cambia su expresión al referirse a Dios. Ahora no es un “él” sino un “tú”. 

Lo claro es que Dios siempre está con nosotros, la diferencia de estas expresiones radica en que David percibe más de cerca su relación con Dios en el problema, en el dolor y en la aflicción. ¿Tu relación con Dios se identifica con la de David? ¿Confías más en Dios en las alegrías o en las penas? Lo cierto es que sea lo que estemos viviendo hoy, así como la historia inicial, nuestra mejor decisión es y será invitar a Dios a que acompañe nuestra vida y nos guíe por las sendas que Él nos señala.

Seguidor de Jesús, redactor Tesoros en el Cielo y Tecnólogo médico.

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