«Es muy fácil decir una mentira, pero muy difícil decir una sola. Recordemos que la mentira siempre está afirmada sobre un solo pie. La verdad a medias es casi siempre una mentira completa» (1500 ventanas de la vida, p. 425).
Durante la época del medieval era muy difícil tener acceso a información fidedigna. Gran parte de las áreas de estudio del ser humano y de la naturaleza estaban rodeadas de superstición, incluso por parte del fanatismo llevaron muchas personas a la muerte. Sin embargo es importante reconocer que también hubieron luces como algunos avances en la ciencia (imprenta), también quienes aportaron desde la filosofía y el derecho (Tomás de Aquino) y por supuesto casas de estudio (universidad) que aportaron como pequeñas luces en el ámbito científico y cultural.
Pareciera que este periodo fue la excepción en el constante desarrollo del ser humano. ¿Fueron los otros períodos llenos de luces y victorias? ¿Actualmente vivimos en un periodo de más luz y hallazgos que antes? Sin lugar a dudas la ciencia nos sorprende cada día más, el hecho que hayas podido abrir este contenido desde tu celular en unos pocos segundos es una proeza comparado con hace unas décadas atrás. Sin embargo, actualmente enfrentamos un extremo opuesto a la época medieval que tiene el mismo potencial en cuanto al riesgo para el conocimiento: el exceso de información. Lo hemos vivido en la pandemia actual. Una variedad de dichos comenzaron a circular por distintos medios, muchos de ellos tenían interesante argumentación pero sin ninguna base. Lo más grave no es el exceso de información (aunque lo haya mencionado como un problema) sino que es la inexistente verificación de lo que se comparte, al punto de denominarlo como verdad simplemente por ser viral o que muchas personas compartan tal idea o contenido. (Una nota sobre este último punto)
Desde el punto de vista cristiano, tenemos acceso a la Biblia y en muchas formas: idioma nativo, bilingüe, digital, en papel, de bolsillo, con posibilidad de escribir y dibujar en la misma, etc. Así también contamos con mucho material de apoyo como comentarios, diccionarios, estudios históricos, archivos arqueológicos, etc. Para que decir de la cantidad de personas y organizaciones que comparten su estudio de la Biblia o sobre la persona de Jesús a través de redes sociales (nosotros somos uno de ellos). Es algo muy positivo, pero es de muy poca utilidad tanta información sino comprobamos por nosotros mismos si las cosas son así o no. Hay una historia en la Biblia que nos da importantes lecciones sobre esto.
En Hechos 17:10-15, Pablo y Silas van hasta Berea y se encuentran con un grupo mixto de judíos y griegos, hombres y mujeres, cuya característica era que 1º. Recibieron la Palabra y 2º. Escudriñaron las Escrituras para ver si las cosas eran como se las predicaban. Recibir el mensaje, la información o todo lo que se diga con disposición, no a un ataque. Hay momentos en que escuchamos a nuestro emisor solamente para responder pero no para entender lo que nos quiere decir. Recuerda como nos resistíamos o incluso nos resistimos actualmente en escuchar algún consejo de Dios. Gracias al Espíritu Santo que ablanda nuestro orgullo y podemos escuchar los consejos de vida que tiene para nosotros. Es necesario escuchar, pues no conocemos toda la verdad.
El segundo paso es el de escudriñar la Biblia. Pasamos por el primer paso, ya estamos escuchando y recibiendo la información. Bajo el paradigma de los bereanos, ya sea Pablo, Silas o quien hubiera venido a predicarles, todo lo que digan debe ser examinado y estudiado a la luz de las Escrituras. Hay ocasiones en que sesgamos nuestro aprendizaje por creer como verdad solamente lo que nos dice un cercano, en cambio, alguien que no conocemos o cuya posición, denominación o ideología no simpatizamos podemos escuchar mas enseguida desechamos lo que nos comparte. Un argumento como «es verdad, te lo prometo» no es suficiente para creer en algo tan importante como el mensaje bíblico. La acción de escudriñar no se queda solamente con que esté o no esté escrito en la Biblia, involucra que el mensaje sea coherente al mensaje bíblico.
Algunas acciones que se pueden realizar para esto es leer el versículo por uno mismo, leer el capítulo completo y de ser necesario capítulos anteriores o posteriores sobre el tema que se estudia, buscar información sobre el autor, fecha y contexto en que escribe el libro, informarse sobre a quién iba dirigido en el caso de las cartas, también puede ayudarte averiguar el significado de las palabras y comparar en que otros pasajes dice esas palabras. Es importante recordar los diferentes textos que puedes encontrarte en la Biblia, por ejemplo, si lo que estudias es un parábola o profecía con lenguaje simbólico. Por supuesto, escudriñar la Biblia debe comenzar y terminar bajo la dirección del Espíritu Santo, por tanto, pidámosla.
Como último punto y no menor, es el hecho de que el ser humano busca encontrar soluciones rápidas a sus problemas o con menor gasto de energía. Esto quiere decir que habrán momentos en que no entenderemos cada punto de la Biblia o de un pasaje en nuestra primera jornada de estudio. No nos desanimemos y pensemos que ha sido una perdida de tiempo. La obra de Dios es progresiva. Valoremos lo que tenemos a mano y sigamos descubriendo las palabras de vida.