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Lo mejor de cumplir Su voluntad

7 junio, 2019
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En reiteradas ocasiones Jesús tomó decisiones que se escapaban del sentido común de sus discípulos, decisiones que aparentemente retrocedían el avance de su predicación. Hoy analizaremos cual fue la base o principio que siguió Jesús para escoger sus decisiones.

«Entonces le encargó rigurosamente, y le despidió luego»
(Marcos 1:43)

La historia bíblica comienza en Marcos 1:40-45, aunque también la puedes encontrar en Mateo 8:1-4 y en Lucas 5:12-16. Nos relata uno de los milagros de Jesús: un leproso quería ser limpiado y Jesús lo sanó. Podría terminar ahí la historia, demostrando el poder y la misericordia que Jesús tiene por la humanidad, ya con esos detalles podríamos analizar características importantes que Dios tiene y cómo éstas son relevantes para la fe del cristiano; asimismo, podríamos analizar la fe que tenía este leproso: su fe se basaba no en lo que podía entregar sino más bien en lo que Jesús podía hacer, al pedir ayuda reconocía que habían áreas de su vida que no podía manejar y requería urgentemente el poder divino para su sanidad (y salvación). Pero tampoco nos detendremos en esto.

¿En qué basamos nuestras decisiones?

Cuenta la historia de un actores de una obra de teatro, ellos estaban en disputa con el dramaturgo. Leyeron sus líneas y comenzaron a actuar frente al público, pero en medio la obra realizaron cambios drásticos en la trama de tal manera que el final no tenía ni pies ni cabeza. El dramaturgo se entristeció mucho, pues, la obra de ese día la había preparado por mucho tiempo. Todos esos momentos de esfuerzos en crear un argumento con fundamento y emoción se perdieron por la falta de confianza de los actores. Del mismo modo ocurre con nosotros. ¿Cuántas veces nos hemos peleado con el «Diseñador» y Creador de las mejores historias de vida? Dios nos ha dado planes y propósitos espectaculares (no se trata de que todos hagamos lo máximo de lo máximo, no es «exitismo») para nuestra felicidad y la de quienes nos rodean. De esta manera, si consideramos que Dios conoce los mejores planes y propósitos para nuestra vida ¿Nos fiaremos en Su voluntad y nuestra voluntad? Para algunos aspectos puede parecer más sencillo seguir la voluntad de Dios pues en muchos aspectos siguen la ley de causa y efecto, por ejemplo, sabemos que hablar mal de otros nos traerá como consecuencia una mala reputación y perder muchas amistades. La Biblia, es decir, el mensaje que Dios tiene para ti también revela esto. «El perverso provoca contiendas, y el chismoso divide a los buenos amigos.» (Proverbios 16:28). Pero, esto se complica cuando hay que tomar una decisión entre muchas opciones «buenas».

Cuando elegimos es porque estamos priorizando una opción. Un ejemplo típico de película navideña: Tienes una cena importante en la víspera de navidad, el jefe te pidió que terminaras un último trabajo y con ello una gran recompensa. O llegas muy tarde a la cena navideña, sin poder compartir con tu familia y seres queridos que no veías hace mucho, o disfrutas de tu familia pero sin ningún aumento de salario. Es un ejemplo muy estrecho, pero quisiera que te detuvieras en pensar sobre la prioridad que existe en ambas opciones; priorizar familia o trabajo. Nuestras decisiones se basan en nuestras prioridades.

Volviendo a la historia de hoy. El leproso tenía muy buenas intenciones, deseaba agradecer a Jesús por la sanidad y por nueva vida que le dio. Su agradecimiento se expresó en anunciar este milagro a los demás. ¡Excelente! Pero un momento. Antes de este impulso de gratitud, Jesús le dijo a esta persona que «no le dijera a nadie» de este milagro. Tiene una razón y propósito esa orden (no nos detendremos en eso por hoy), pero el tema es que esta persona agradecida Jesús, ignoró lo que le habían pedido y avanzó según su criterio. Pasó por alto la voluntad de Dios e hizo lo que más le parecía correcto. Esto me suena muy familiar a mis propias ideas y a mi propia experiencia como cristiano. Ante la nube de opciones «buenas», inclusive participando en una iglesia y haciendo «cosas para Dios» es necesario detenerse y pensar si estamos haciendo la voluntad de Dios o estamos haciendo algo bueno según nuestro criterio.

  • Jesús pudo haber pasado muchos años predicando el mensaje del evangelio en todo el mundo, hubiera sido genial que todos los continentes supieran del mensaje por la boca del mismo Jesús.
  • Jesús pudo haber hecho una gira de mucho más años sanando a más personas, todos sanos y todos felices sería un gran testimonio del poder de Dios
  • Jesús pudo haber pasado más años con los discípulos para explicar más puntos del mensaje y los problemas que iban a pasar, hoy en día se viven muchos problemas por una mala comprensión del mensaje de Cristo.

Pero aunque todo esto hubiera sido bueno, no era el plan de Dios, no era la voluntad (o principal voluntad) de Dios. La voluntad de Dios era que Jesús salvara a la humanidad de sus pecados.

Te invito a que replantees tus decisiones y prioridades, hay muchas cosas que te pueden distraer del plan que Dios tiene para ti (incluso hay cosas «muy buenas» que pueden distraerte). Antes de tomar una decisión, ten calma. Nadie -ni siquiera Dios- te obliga a tomar una decisión, ora pidiendo dirección y poder para hacer la voluntad de Dios.

 

Continúa nuestro estudio en:

«Cómo participar en los planes de Dios»

Seguidor de Jesús, redactor Tesoros en el Cielo y Tecnólogo médico.

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